El espejo que me miente

En este momento no soy más que una marioneta

guiada por sus propios pensamientos
a escribir con tal sinceridad lo que emana de mi alma
mostrándome real y transparente ante ustedes.

Confieso que mirarme al espejo es una pesadilla

aquel revela lo que en verdad soy y no me gusta
es el único que ha visto partes de mí
y ha aprendido a guardar mis secretos.

Mi vida se ha basado en aceptar el rechazo

acostumbrarme a él hasta odiarme
¿Te ha pasado? Posiblemente sí.

El espejo en el cual nos miramos con tanto odio

no miente ni tiene filtros
no puede esconder el verdadero rostro
que está detrás de un maquillaje.

No puede esconder las espinillas, las pecas

ni las manchas ni las extensiones de cabello.

El espejo siempre mostrará

unos senos y un trasero sin photoshop
mostrará partes sin depilar y con estrías.

Me pregunto si algún día dejaré de ocultarme

podré hallarme en mi propia perdición
o esconderme de la maldición
al estar atada a un supuesto ideal que no me define.

Cuando nos miramos al espejo nace el miedo

ese miedo que se activa al no poder encajar
en un rompecabezas que no es el nuestro.

Buscamos la validación de otros

y nos colocamos en un lugar de desprestigio
cuando el único lugar en el que debemos estar es en el más alto
¿Acaso no queremos el poder?

El espejo que me miente
ya no miente más
porque he aceptado sus mentiras
aquellas que muestran cómo soy en verdad.

A donde quiera que vaya
voy a llevar conmigo ese espejo
para que hable de mis imperfecciones
hasta más no poder
que se canse de repetirme lo hermosa soy
y lo perfecta que me veo con ellas.

Porque al final, me tengo a mí y a un espejo
que siempre ha dicho la verdad.